Las estrellas no mueren



Se pueden mirar las estrellas diarias y transformarlas, hacerlas cómplices en noches de besos, caricias y "te amo".
Se puede hasta entablar un mágico pacto entre ellas y quienes las observan. Como si salieran solo para esas personas, o bien, como si las mismas donde quiera que estuvieran los observadores les llevara al otro la mágica caricia necesitada.
Se puede tomar cualquiera de las miles de estrellas que el cielo nos regala noche tras noche.
De las conocidas o aquellas que no sabemos bien el nombre. No importa, solo interesa lo que esas dos personas establezcan como dialogo nocturno, como compromiso.
Se les puede pedir entonces que transmitan mensajes, que sean portadoras de sentires y palabras. Que ofrezcan "dulces sueños" cada noche; que acompañen ese reposo hasta que el sol despierte en la mañana.
Se les puede pedir también que sean musas de palabras, de poemas, de historias a ser contadas.
Y ellas, sabias, se acomodan al paisaje del momento.
Sobre el mar, sobre un río, desde un balcón o simplemente desde la calle cotidiana. Siempre quedan bien, siempre iluminan. Obvio si eso se les pide...

Conozco la historia de tres de esas estrellas, tres que se alinearon, tres que fueron todo aquello que mencioné antes. Tres que fueron lo que le pidieron. Tres marías.
Durante mucho tiempo ellas, generosas, hicieron lo que les habían pedido.
Fueron compañía en noches solitarias de verano, fueron cómplices de besos, fueron transmisoras de palabras y sentires...y dieron mas de un "dulce sueño" y supieron, discretas, acompañar mas de una danza de sexo.
Supieron esperar a que cada sol se ocultara para dar de su magia a aquellos que las habían convocado.
Cuando parecía el camino perdido allí estaban como aquel lucero bíblico, marcando un norte, proveyendo paz y esperanza. Cuando una nube, lluvia o tormenta las dejaba atrás ellas, desde donde estaban supieron abrirse paso y entregar su esencia.

Pero esta historia supo de traspiés,
Y es que una de las personas que las convocaron puso una mira letal sobre cada una de ellas. Y las fue apagando...en apariencia...
Primero fue el rechazo y abandono que dio certero sobre la inicial. Herida se apagó.
Entonces la indiferencia azotó sobre la segunda de manera mortal dejando aquella trilogía solo en una cruzada de una sola estrella.
Y cuando esta ultima parecía resistir en el tiempo, aquella mira, con un láser de desprecio dio el golpe final.
Y así, aquellas tres hermosas estrellas dejaron de serlo, Oscurecieron...pero no murieron.

Es que...por más que los seres humanos nos empeñemos en disparar rechazos, abandonos, indiferencia y hasta desprecios...ellas siempre estarán en el cielo.

Y serán los mismos, u otros, que más da, quienes las convoquen y vuelvan a dar un brillo especial, en acompañar, ser mensajeras o simplemente cómplices de una relación...