Diario de Viaje, un paseo por Mali

(Noches calidas de verano)

De casualidad, casi sin imaginarlo recibí el boleto a Mali. Bien vale comentar que no tenía la mínima idea que sucedería. Por medio de la magia de internet me llego la oportunidad. Luego de averiguar di cuenta que no era al país africano sino a un lugar mucho más cercano. Cruzamos mensajes con la singular agente que no se manejaba con los diálogos normales. Casi un idioma en sí mismo, idioma por otro lado que sin haberlo practicado en los últimos tiempos yo conocía.
Los preparativos para tan particular aventura fueron mínimos, lo que cabía en la mochila habitual y de antemano guarde un espacio para lo que de seguro recogería allí.
Llegue de noche, extraño en los viajes, ya que en general cuando las personas se aventuran suelen refugiarse en la luz del día. Sin embargo en mi caso fue una noche, y lunes, pero esto es Mali, no importa la hora del dia solo importa llegar.
Un bellísimo lugar con una hermosa costa. Un mar que invita a mirar y silenciar buscando respiraciones que amainen el alma. Las curvas que dibujan su contorno  se presentan a los ojos de manera suaves y atrayentes.
Me propuse ni bien llegado dejar el calzado que hasta allí me había llevado y con los pies descalzos caminar en la arena. Que sensación más agradable, parecía que siempre había estado allí.
Una brisa cautivante, una temperatura ideal, la mezcla de la entre luz de la noche combinada con estrellas y luna reflejadas.
No pude mas, entenderá buen lector, que someterme al encanto de lo visual. Fueron un par de horas, algunos momentos, y fue así que sentí en cada uno de esos minutos transcurridos la más cálida bienvenida. He caminado muchos senderos, caminos y rutas que me llevaron a diferentes lugares pero en este caso el camino, que había comenzado sin pensarlo, era a priori el mejor pensamiento y porque no un gran sentimiento.
En Mali descubrí que la ecuación tiempo juega un papel fundamental. Pero este tema espero dejarlo para otro momento.
Y como les relataba, sentado en la playa con la planta de los pies en la arena, contemplando silenciosamente el encanto del mar recibí el primer abrazo, aquella brisa mencionada albergo mi cuerpo y brindo una hermosa sensación al alma.
Cuando finalmente me fui a dormir esa noche sentí la más increíble de las melodías sonando en mi interior, una sonrisa se dibujaba en el rostro y de alguna manera quería dormir y a la vez despertar para seguir disfrutando Mali.


Mas en la mañana siguiente algo hizo que recordara que todo camino supone un recorrido, y es entonces que con la sapiencia de haber aprendido y el agradecimiento profundo deje Mali; no se si regresare o no pero de lo que estoy seguro es que no olvidare mi paso por alli y la recomendacion para que otros pasen por alli a disfrutar lo que yo.


Levanto la mochila, cargo en ella mis viejas zapatillas, las pisadas van dejando huellas en la arena que el mar se encargara de borrar en breve; dejare el lugar a otro caminante que pueda disfrutar...


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