Un relato a pedido, Un hombre, un punto.

Cuenta una pequeña historia leída en vaya uno a saber que manual urbano que a los hombres se les entrega una serie de puntos antes de nacer. 
Quienes han podido leer dicho manual cuentan lo siguiente. Los puntos se reciben para ser utilizados en sus más variadas formas, son parte de la gracia del ser humano. 
Las utilidades dependen de cada uno, si lo acompañan con una coma quizás haga un espacio para remarcar lo que pasara; digamos entre una palabra y el próximo beso por ejemplo.
Si lo ponen y después agregan un renglón haciéndolo “y aparte” marcara que lo que viene tiene una clara separación de lo anterior. Quizás a la hora de decir o contar lo que el sentir demanda. Diferente al “y seguido” donde todo es un fluir.
Si se sube uno arriba de otro será parte de un ejemplo. Como si el de arriba espiara lo que se va a contar.
O sencillamente servirán para que una diminuta, pero valida “i”, no se sienta tan sola.
Si se juntan algunos consignara pausas, intrigas, dudas.
Lo cierto es que las miles de combinaciones son la resultante de lo que el alma de la persona geste. Marcaran sentires hacia los demás.
Y se multiplicaran en la medida en que se utilicen bien, así se irán alimentando y naciendo mas y mas.
Hay hombres que los utilizan bien, otros que no saben cómo pero hay definitivamente algunos que no aprenden y son los que increíblemente desperdician, pierden y hasta malgastan. Tanto así que algunos son capaces de entregar a una dama solo un punto si saber que al hacerlo ha perdido toda gracia.

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