El precio de una flor

Sentado a la vera de una camino, piernas recogidas la cabeza apoyada en las rodillas y las manos tendidas a los costados, vaya uno a saber buscando que, se encontraba el personaje de esta historia, Jxavi.

Dibujando siluetas imaginarias en el pasto, intentando encontrar una imagen, atesoraba la esperanza de un futuro. Levantó la mirada intentando ver todo lo que sus ojos podían y más...se levantó y comenzó a caminar tomando el camino por el lado que la inercia lo llevara.
Fue así como encontró una razón para seguir, a lo lejos vislumbraba una morada e imaginaba en ellas miles de historias, aquellas que tendrían que ver con el amor perdido, con la fe entregada y ahora ausente. Apuró su paso para acelerar la llegada. Fue entonces que recordó el ultimo trago, el ultimo adiós, y la imagen lo llevó hasta la ribera de un río donde junto a una mujer hacia honor a la vida, tomando votos de amor. Todo marchaba, todo fluía y corría como el río mismo pero la tristeza invadiría su momento haciéndolo único y tirano.

En un tren de confesiones dijo lo que no debía, desnudo su alma, dio cuenta de toda su identidad y entonces quebró, y en aquel momento fue el final, ella dijo mil cosas más, una quedo clavada y fue adiós...desde sus manos Jxavi veía escapar el agua, veía escapar la ilusión, la fantasía, el presente y el futuro.
Mas algo lo sorprendió en esa imagen, bajo el agua de aquel río vio una flor, una llena de pétalos de color blanco, como un jazmín, pero sin serlo...
Retomó la senda recordando esa ultima imagen la de la misma vida creyendo caer en el río y perdiendo su mismo ser en ese instante.
Mas el sendero se acortaba en la llegada a la morada. Apresuro mas su andar para saber que era lo que hasta allí lo llevaba.
Al llegar, una entrada semiderruida, una casa semi vacía, incompleta, de muebles de diferentes estilos con paredes que reflejaban el paso del tiempo, con grietas, quizás como el mismo, se dijo.
Varios cuartos tal vez el recuerdo de muchas personas habitantes de historias transcurridas en tiempos pasados, la cocina mostraba orden, cierta limpieza.
En el cuarto central de la casa y sobre una mesa opacada por la tierra caída sobre ella, yacía una flor. Un haz de luz tenue pero directo la iluminaba.
Se acerco casi sin querer, el miedo invadía su ser, suspenso de encontrar vida en medio del recuerdo del tiempo. Al verla supo de lo que se trataba, busco un papel, un lápiz escribió una líneas y se sentó dejando escurrir su propia agua entre sus manos.
La nota decía: “...entiendo el precio de esta flor, quizás por ser la misma que otrora vi languideciendo en el fondo de una cristalina sepultura, mas entiendo cuanto mas recuerdo, cuando reveo el horizonte en aquel río y encuentro esta morada, la tuya, la que habitaste sin decirme, la que nunca conocí, la que tanto me atrajo hoy...y quizás equivoque el camino una vez mas, quizás una vez mas llegue tarde en tu vida solo para escuchar el adiós de tu labios, por ello he comprendido el valor, el terrible precio de la flor...”

No hay comentarios: