Homenaje

Escribir, narrar, dar con las palabras exactas, transformar las lagrimas en rimas que suenen. Quizás encontrar tras el recodo de cada espacio de las letras el verdadero significado.
Buenos Aires llora la tristeza de mi momento, como buena compañera acoda a mi lado, me pone el hombro y no deja, como una querida cómplice eterna, que mis lagrimas caigan sobre el seco piso. Quizás intente fundirlas en la acera y llegar a la tierra. Es una amiga que me acerca risas en este, un bar más, como queriendo convertir el ambiente, ponerme su mano sobre el lomo y decirme que ella también lamenta. Segura sabe que mas allá, no muy lejos alguien juega sus chances intentando convertir el fino hilo en gruesa soga. Ella sabe de quien escribo, quizás de quien tantas peleas aguanta, quien con todo siempre quiere dar batalla. En cada palabra que se transforma en concepto pero no como enseñanza de vida, sino como muestra de una realidad que otrora le jugó una mala pasada y lo dejó así; intentando darle riña aun cuando el oponente, a priori, parece mas fuerte.
Y Buenos Aires sabe que me encuentra con las rodillas en el piso, vencido en esta parada pero no caído porque es de esa misma fuerza que intento transformar un puente de vida.
He escrito bosquejos que por gracia del tiempo y la buenaventura quisieron que en algunos se convirtieran en relatos de quien anduvo por las calles muchos años sin buscar y sin embargo encontrando.

Y quizás o seguramente quiero hoy mas que nunca encontrar aquello que tras la magia se transformase en milagro; uno que sea un toque de magia autentico y real.

Miro nuevamente y siento que mi estimada ciudad baña mi cara intentando esconder las lagrimas y así mismo llora el momento mas difícil. Seguramente habrá un mañana pero el hoy es una batalla, este hoy que viene siendo de grises y lagrimas.
Y nada mas que decir si me estalla el alma, si yo que nunca me caigo hoy de rodillas pido un milagro para quien sabe entre palabras contarme de como va la vida y su historia.
Saldré a caminar las calles y seguro que allí encontrare a mi padre enfundado en su magia, guiñando un ojo y al fin dándome una palmada.

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